ATALA URIANA: LITERATURA WAYUU
PARA LOS PUEBLOS Y NACIONES INDIGENAS DE VENEZUELA
martes, 16 de marzo de 2010
LITERATURA WAYUU
Etnoliteratura Wayuu
Este libro hace parte de la Colección de Lingüística Pedro María Revollo, que con el sello de la Universidad del Atlántico, rinde homenaje a uno de los estudiosos más importantes de las expresiones culturales del Departamento del Atlántico y del mundo del Caribe colombiano, en general.
La publicación de esta obra Etnoliteratura Wayuu aparece validada por la razón académica de “difundir el conocimiento producido por las lenguas que se hablan en el área del Caribe colombiano” y la de apoyar el rescate de las fuentes documentales para su estudio. La comunidad Wayuu, integrada aproximadamente por 120.000 indígenas, tiene asiento en la Guajira colombovenezolana y posee una de las nueve lenguas de origen amerindio, presentes en el panorama lingüístico del Caribe colombiano.
El texto resalta la importancia de la tradición oral como empuje perpetuador de las prácticas culturales de la comunidad. Los autores tocan la aparente contradicción de la difusión escrita de una literatura que es fundamentalmente oral y aclaran la condición oral que sigue conservando esta literatura, más allá de su difusión escrita en textos como éste. En las comunidades indígenas, vivas como la wayuu, la oralidad es un fuerte mecanismo de cohesión evidente en la importancia de los papeles que cumplen los emisarios de la palabra: en el palabrero o pütchipü, definido por su habilidad con el lenguaje, el curandero o piache que ejerce la sanación por el poder de la palabra ritual y los contadores de historias o jaiechimajachi, que tienen el don del lenguaje de la poesía.
En esta relación entre la oralidad y las formas sociales tradicionales recordamos las notas de Paul Zumthor sobre la voz en las culturas africanas, en las que la palabra es la base del poder del jefe y de la política. En las culturas tradicionales como las africanas o las indígenas, el flujo de la voz se relaciona con el flujo del agua, de la sangre y de la esperma.[1]
En general, la cultura del Caribe colombiano, donde se asienta la comunidad wayuu, es fundamentalmente oral, no sólo porque allí se impone la utilización de la voz a la escritura sino porque los miembros de su cultura participan de una concepción del mundo que recurre ante todo al uso de la palabra oral para categorizar la realidad, y esta oralidad, como lo aclara Zumthor, va más allá de la condición alfabeta que pueda tener la mayoría de los habitantes.
Lamentablemente es muy rápido el paso por algunos puntos importantes y muchos comentarios se quedan aislados. El texto no profundiza el grado de articulación existente entre los relatos de escritores y la tradición wayuu. Sabemos que en la comunidad hay una tradición oral viva y rica en relatos de conocimiento colectivo, pero habría sido importante mirar la ligazón de las historias escritas con los cuentos tradicionales populares para determinar el cambio y permanecencia de elementos de la literatura oral tradicional.
Conocemos muy poco sobre el mundo wayuu, su cotidianidad, su cultura relegada, su economía maltratada y sus relaciones con el mundo del Caribe colombiano. Falta un acercamiento más detenido a esta cultura que nos permita enlazar los textos con los rasgos desconocidos de esta comunidad. Para el lector alijuna, una información básica sobre el proceso de desalojo y contaminación explicarían la insistencia de los textos en la lucha por la autonomía regional y por la defensa de sus valores.
Diversas partes componen la obra: primero un ensayo general sobre la poética y la creación estética en la cultura wayuu, después ensayos críticos sobre las obras y fragmentos de textos con materiales en castellano pero también en lengua uayuuunaiki. Hay un amplio panorama de representantes: Ramón Paz Ipuana, Ramiro Larreal, Atala Uriana, José Angel Fernández, Vito Apüshana, Miguel Angel Júsayu, Vicenta Siosi, José Antonio Uriana, Juan Pushaina, José Angel Fernández, Antonio Joaquín López, Glicerio Tomás Pana y Ramiro Larreal. Tampoco los datos biográficos resultan suficientes para iluminar los textos porque no contienen rasgos funcionales aclaradores.
Pero este señalamiento pretende marcar las limitaciones del receptor y no oscurecer el brillo de la obra. No se trata de una fría selección de literatura desconocida. En los resultados se siente el trabajo investigativo y el contacto con la comunidad. Los autores intentan buscar las claves de significado en los textos e incluyen abundantes fragmentos que nutren el análisis de la narrativa y la poesía wayuu y desde concepciones míticas indígenas encuentran enlaces de los temas y las formas con perspectivas universales de la literatura.
Tal vez resulte difícil con un primer trabajo cumplir el objetivo de “romper el canon de la literatura colombiana, conformado generalmente por autores y obras mestizas”, que los autores expresan en las primeras páginas, pero se trata sí de un aporte valioso a la difusión de la riqueza cultural de una comunidad, que merece ser conocida.
Consuelo Posada
Universidad de Antioquia
[1] Zumthor, Paul. Introducción a la poesía oral.
Este libro hace parte de la Colección de Lingüística Pedro María Revollo, que con el sello de la Universidad del Atlántico, rinde homenaje a uno de los estudiosos más importantes de las expresiones culturales del Departamento del Atlántico y del mundo del Caribe colombiano, en general.
La publicación de esta obra Etnoliteratura Wayuu aparece validada por la razón académica de “difundir el conocimiento producido por las lenguas que se hablan en el área del Caribe colombiano” y la de apoyar el rescate de las fuentes documentales para su estudio. La comunidad Wayuu, integrada aproximadamente por 120.000 indígenas, tiene asiento en la Guajira colombovenezolana y posee una de las nueve lenguas de origen amerindio, presentes en el panorama lingüístico del Caribe colombiano.
El texto resalta la importancia de la tradición oral como empuje perpetuador de las prácticas culturales de la comunidad. Los autores tocan la aparente contradicción de la difusión escrita de una literatura que es fundamentalmente oral y aclaran la condición oral que sigue conservando esta literatura, más allá de su difusión escrita en textos como éste. En las comunidades indígenas, vivas como la wayuu, la oralidad es un fuerte mecanismo de cohesión evidente en la importancia de los papeles que cumplen los emisarios de la palabra: en el palabrero o pütchipü, definido por su habilidad con el lenguaje, el curandero o piache que ejerce la sanación por el poder de la palabra ritual y los contadores de historias o jaiechimajachi, que tienen el don del lenguaje de la poesía.
En esta relación entre la oralidad y las formas sociales tradicionales recordamos las notas de Paul Zumthor sobre la voz en las culturas africanas, en las que la palabra es la base del poder del jefe y de la política. En las culturas tradicionales como las africanas o las indígenas, el flujo de la voz se relaciona con el flujo del agua, de la sangre y de la esperma.[1]
En general, la cultura del Caribe colombiano, donde se asienta la comunidad wayuu, es fundamentalmente oral, no sólo porque allí se impone la utilización de la voz a la escritura sino porque los miembros de su cultura participan de una concepción del mundo que recurre ante todo al uso de la palabra oral para categorizar la realidad, y esta oralidad, como lo aclara Zumthor, va más allá de la condición alfabeta que pueda tener la mayoría de los habitantes.
Lamentablemente es muy rápido el paso por algunos puntos importantes y muchos comentarios se quedan aislados. El texto no profundiza el grado de articulación existente entre los relatos de escritores y la tradición wayuu. Sabemos que en la comunidad hay una tradición oral viva y rica en relatos de conocimiento colectivo, pero habría sido importante mirar la ligazón de las historias escritas con los cuentos tradicionales populares para determinar el cambio y permanecencia de elementos de la literatura oral tradicional.
Conocemos muy poco sobre el mundo wayuu, su cotidianidad, su cultura relegada, su economía maltratada y sus relaciones con el mundo del Caribe colombiano. Falta un acercamiento más detenido a esta cultura que nos permita enlazar los textos con los rasgos desconocidos de esta comunidad. Para el lector alijuna, una información básica sobre el proceso de desalojo y contaminación explicarían la insistencia de los textos en la lucha por la autonomía regional y por la defensa de sus valores.
Diversas partes componen la obra: primero un ensayo general sobre la poética y la creación estética en la cultura wayuu, después ensayos críticos sobre las obras y fragmentos de textos con materiales en castellano pero también en lengua uayuuunaiki. Hay un amplio panorama de representantes: Ramón Paz Ipuana, Ramiro Larreal, Atala Uriana, José Angel Fernández, Vito Apüshana, Miguel Angel Júsayu, Vicenta Siosi, José Antonio Uriana, Juan Pushaina, José Angel Fernández, Antonio Joaquín López, Glicerio Tomás Pana y Ramiro Larreal. Tampoco los datos biográficos resultan suficientes para iluminar los textos porque no contienen rasgos funcionales aclaradores.
Pero este señalamiento pretende marcar las limitaciones del receptor y no oscurecer el brillo de la obra. No se trata de una fría selección de literatura desconocida. En los resultados se siente el trabajo investigativo y el contacto con la comunidad. Los autores intentan buscar las claves de significado en los textos e incluyen abundantes fragmentos que nutren el análisis de la narrativa y la poesía wayuu y desde concepciones míticas indígenas encuentran enlaces de los temas y las formas con perspectivas universales de la literatura.
Tal vez resulte difícil con un primer trabajo cumplir el objetivo de “romper el canon de la literatura colombiana, conformado generalmente por autores y obras mestizas”, que los autores expresan en las primeras páginas, pero se trata sí de un aporte valioso a la difusión de la riqueza cultural de una comunidad, que merece ser conocida.
Consuelo Posada
Universidad de Antioquia
[1] Zumthor, Paul. Introducción a la poesía oral.
ETNOLITERATURA WAYUU
Etnoliteratura Wayuu
Gabriel Alberto Ferrer y Yolanda Rodríguez Cadena. Estudios críticos y selección de textos. Barranquilla: Fondo de Publicaciones, Universidad del Atlántico, 1998.
Este libro hace parte de la Colección de Lingüística Pedro María Revollo, que con el sello de la Universidad del Atlántico, rinde homenaje a uno de los estudiosos más importantes de las expresiones culturales del Departamento del Atlántico y del mundo del Caribe colombiano.
Gabriel Alberto Ferrer y Yolanda Rodríguez Cadena. Estudios críticos y selección de textos. Barranquilla: Fondo de Publicaciones, Universidad del Atlántico, 1998.
Este libro hace parte de la Colección de Lingüística Pedro María Revollo, que con el sello de la Universidad del Atlántico, rinde homenaje a uno de los estudiosos más importantes de las expresiones culturales del Departamento del Atlántico y del mundo del Caribe colombiano.
En general, la cultura del Caribe colombiano, donde se asienta la comunidad wayuu, es fundamentalmente oral, no sólo porque allí se impone la utilización de la voz a la escritura sino porque los miembros de su cultura participan de una concepción del mundo que recurre ante todo al uso de la palabra oral para categorizar la realidad, y esta oralidad, como lo aclara Zumthor, va más allá de la condición alfabeta que pueda tener la mayoría de los habitantes.
Lamentablemente es muy rápido el paso por algunos puntos importantes y muchos comentarios se quedan aislados. El texto no profundiza el grado de articulación existente entre los relatos de escritores y la tradición wayuu. Sabemos que en la comunidad hay una tradición oral viva y rica en relatos de conocimiento colectivo, pero habría sido importante mirar la ligazón de las historias escritas con los cuentos tradicionales populares para determinar el cambio y permanecencia de elementos de la literatura oral tradicional.
Conocemos muy poco sobre el mundo wayuu, su cotidianidad, su cultura relegada, su economía maltratada y sus relaciones con el mundo del Caribe colombiano. Falta un acercamiento más detenido a esta cultura que nos permita enlazar los textos con los rasgos desconocidos de esta Diversas partes componen la obra: primero un ensayo general sobre la poética y la creación estética en la cultura wayuu, después ensayos críticos sobre las obras y fragmentos de textos con materiales en castellano pero también en lengua uayuuunaiki. Hay un amplio panorama de representantes: Ramón Paz Ipuana, Ramiro Larreal, Atala Uriana, José Angel Fernández, Vito Apüshana, Miguel Angel Júsayu, Vicenta Siosi, José Antonio Uriana, Juan Pushaina, José Angel Fernández, Antonio Joaquín López, Glicerio Tomás Pana y Ramiro Larreal. Tampoco los datos biográficos resultan suficientes para iluminar los textos porque no contienen rasgos funcionales aclaradores.
Pero este señalamiento pretende marcar las limitaciones del receptor y no oscurecer el brillo de la obra. No se trata de una fría selección de literatura desconocida. En los resultados se siente el trabajo investigativo y el contacto con la comunidad. Los autores intentan buscar las claves de significado en los textos e incluyen abundantes fragmentos que nutren el análisis de la narrativa y la poesía wayuu y desde concepciones míticas indígenas encuentran enlaces de los temas y las formas con perspectivas universales de la literatura.
Tal vez resulte difícil con un primer trabajo cumplir el objetivo de “romper el canon de la literatura colombiana, conformado generalmente por autores y obras mestizas”, que los autores expresan en las primeras páginas, pero se trata sí de un aporte valioso a la difusión de la riqueza cultural de una comunidad, que merece ser conocida.
Consuelo Posada
Universidad de Antioquia
[1] Zumthor, Paul. Introducción a la poesía oral.
Lamentablemente es muy rápido el paso por algunos puntos importantes y muchos comentarios se quedan aislados. El texto no profundiza el grado de articulación existente entre los relatos de escritores y la tradición wayuu. Sabemos que en la comunidad hay una tradición oral viva y rica en relatos de conocimiento colectivo, pero habría sido importante mirar la ligazón de las historias escritas con los cuentos tradicionales populares para determinar el cambio y permanecencia de elementos de la literatura oral tradicional.
Conocemos muy poco sobre el mundo wayuu, su cotidianidad, su cultura relegada, su economía maltratada y sus relaciones con el mundo del Caribe colombiano. Falta un acercamiento más detenido a esta cultura que nos permita enlazar los textos con los rasgos desconocidos de esta Diversas partes componen la obra: primero un ensayo general sobre la poética y la creación estética en la cultura wayuu, después ensayos críticos sobre las obras y fragmentos de textos con materiales en castellano pero también en lengua uayuuunaiki. Hay un amplio panorama de representantes: Ramón Paz Ipuana, Ramiro Larreal, Atala Uriana, José Angel Fernández, Vito Apüshana, Miguel Angel Júsayu, Vicenta Siosi, José Antonio Uriana, Juan Pushaina, José Angel Fernández, Antonio Joaquín López, Glicerio Tomás Pana y Ramiro Larreal. Tampoco los datos biográficos resultan suficientes para iluminar los textos porque no contienen rasgos funcionales aclaradores.
Pero este señalamiento pretende marcar las limitaciones del receptor y no oscurecer el brillo de la obra. No se trata de una fría selección de literatura desconocida. En los resultados se siente el trabajo investigativo y el contacto con la comunidad. Los autores intentan buscar las claves de significado en los textos e incluyen abundantes fragmentos que nutren el análisis de la narrativa y la poesía wayuu y desde concepciones míticas indígenas encuentran enlaces de los temas y las formas con perspectivas universales de la literatura.
Tal vez resulte difícil con un primer trabajo cumplir el objetivo de “romper el canon de la literatura colombiana, conformado generalmente por autores y obras mestizas”, que los autores expresan en las primeras páginas, pero se trata sí de un aporte valioso a la difusión de la riqueza cultural de una comunidad, que merece ser conocida.
Consuelo Posada
Universidad de Antioquia
[1] Zumthor, Paul. Introducción a la poesía oral.
ATALA URIANA LA POETIZA WAYUU
Historia
Makuanta la abuela grita
¡rápido, corran niñas!
saquen los alanías, los gorros,
los caracoles, las ramas secas de olivo
y albahaca, los tabacos, los nudos de colores.
Corran conmigo alrededor de la casa,
echemos mucha arena
mucha por entre las piernas
koo – koo – koo
¡Váyanse espíritus malvados!
váyanse este es mi mundo.
La abuela soñó amaneciendo
va a pasar pronto, está amaneciendo
soñó con un caballo y en su lomo una cruz.
¡Váyanse espíritus malignos!
váyanse este es mi mar y mi cielo,
llego la cruz y se quedó
golpeando maracas, caracoles
ramas secas, alanias
y nudos de colores.
Gemelos
Hombre luna dibuja puntos luminosos
en la barriga del cielo,
pensando en la majayura
que vio en el oloroso humo del tabaco.
Ojos hermosos, como las aguas de Ayajui,
sus dedos ligeros
como arañas tejiendo.
Alaulieta ¡Mírame!
regálame la claridad
de tu vientre vacío
y tus redondas piernas de barro.
No quiero seguir dibujando
los puntos luminosos
en la barriga del cielo.
Solo quiero dibujar dos puntos
en la claridad
de tu vientre vacío.
Perlas
Perlas para jugar,
muchas como huevas de lisa,
mi hermanita y yo hacíamos collares.
Un día hombres extraños, piel color melón,
vaciaron las totumas de mis juegos
¡Perlas! ¡perlas! para alguien que llaman reina.
Los hombres de la casa
se quedaron en el fondo del mar,
cuidando las perlas dice mi abuela.
Mi hermanita y yo
esperamos a tata,
que emerja trayendo
una perla negra,
que un día nos prometió
si cuidábamos a las blancas.
Hundimos los pies en la bajamar
y llamamos a tata
¡tata! ¡tata! Recuerda la perla negra.
Llega la tarde con el balar de ovejas
pérdidas,
y tata no llega,
seguro cuida la perla negra
para que no le lleven a la reina.
WAYUU
Suchonkai eerü kaisü
Wolunka ayonnajataasü
Shi,iree tu jemeyulaakaa
Wolünka suchon Juya jee Mma
Wolünka, Wolünka ayonnajutkaa
Wolünka shü wayuu
WAYUU
Hijo de complicada vagina dentada
Wolünka danzaba ansiosa,
esperando el prodigioso momento
de la nueva vida.
Wolünka, hija de lluvia y tierra
Wolünka, Wolünka, danzarina
Wolünka, madre wayuu.
KAARAI
Suka pikiisa jashieemaajat, kaa
Puchunta nümüin Juya
Nuwawala
Kaarai, kaarai, kaarai,
Jee musia alijunairua
Matujaaooulu eejeewoliire naya
Antapaashii suma putchi kapatoushoule,
Nataula, nataula namusu
Tu shiimuinkaa waneepia
Süpüla alaawainjatüin shia weinshi.
ALCARABAN
Con gritos de rebeldía
pide a Juyá su savia seminal
Karrai, Karrai, Karrai.
Mientras hombres sin rostro
desembarcan con locas banderas,
de destinos inciertos.
Hombres con palabras de garfios
van atrapando las verdades del tiempo,
convirtiéndolas en falsedades eternas.
ATALA URIANA
Makuanta la abuela grita
¡rápido, corran niñas!
saquen los alanías, los gorros,
los caracoles, las ramas secas de olivo
y albahaca, los tabacos, los nudos de colores.
Corran conmigo alrededor de la casa,
echemos mucha arena
mucha por entre las piernas
koo – koo – koo
¡Váyanse espíritus malvados!
váyanse este es mi mundo.
La abuela soñó amaneciendo
va a pasar pronto, está amaneciendo
soñó con un caballo y en su lomo una cruz.
¡Váyanse espíritus malignos!
váyanse este es mi mar y mi cielo,
llego la cruz y se quedó
golpeando maracas, caracoles
ramas secas, alanias
y nudos de colores.
Gemelos
Hombre luna dibuja puntos luminosos
en la barriga del cielo,
pensando en la majayura
que vio en el oloroso humo del tabaco.
Ojos hermosos, como las aguas de Ayajui,
sus dedos ligeros
como arañas tejiendo.
Alaulieta ¡Mírame!
regálame la claridad
de tu vientre vacío
y tus redondas piernas de barro.
No quiero seguir dibujando
los puntos luminosos
en la barriga del cielo.
Solo quiero dibujar dos puntos
en la claridad
de tu vientre vacío.
Perlas
Perlas para jugar,
muchas como huevas de lisa,
mi hermanita y yo hacíamos collares.
Un día hombres extraños, piel color melón,
vaciaron las totumas de mis juegos
¡Perlas! ¡perlas! para alguien que llaman reina.
Los hombres de la casa
se quedaron en el fondo del mar,
cuidando las perlas dice mi abuela.
Mi hermanita y yo
esperamos a tata,
que emerja trayendo
una perla negra,
que un día nos prometió
si cuidábamos a las blancas.
Hundimos los pies en la bajamar
y llamamos a tata
¡tata! ¡tata! Recuerda la perla negra.
Llega la tarde con el balar de ovejas
pérdidas,
y tata no llega,
seguro cuida la perla negra
para que no le lleven a la reina.
WAYUU
Suchonkai eerü kaisü
Wolunka ayonnajataasü
Shi,iree tu jemeyulaakaa
Wolünka suchon Juya jee Mma
Wolünka, Wolünka ayonnajutkaa
Wolünka shü wayuu
WAYUU
Hijo de complicada vagina dentada
Wolünka danzaba ansiosa,
esperando el prodigioso momento
de la nueva vida.
Wolünka, hija de lluvia y tierra
Wolünka, Wolünka, danzarina
Wolünka, madre wayuu.
KAARAI
Suka pikiisa jashieemaajat, kaa
Puchunta nümüin Juya
Nuwawala
Kaarai, kaarai, kaarai,
Jee musia alijunairua
Matujaaooulu eejeewoliire naya
Antapaashii suma putchi kapatoushoule,
Nataula, nataula namusu
Tu shiimuinkaa waneepia
Süpüla alaawainjatüin shia weinshi.
ALCARABAN
Con gritos de rebeldía
pide a Juyá su savia seminal
Karrai, Karrai, Karrai.
Mientras hombres sin rostro
desembarcan con locas banderas,
de destinos inciertos.
Hombres con palabras de garfios
van atrapando las verdades del tiempo,
convirtiéndolas en falsedades eternas.
ATALA URIANA
YO QUIERO UN LIBRO...
Yo Quiero un Libro…
Yo quiero un libro que hable por mi,
que diga lo que yo pienso,
lo que yo sueño,
lo que yo canto,
lo que yo pinto.
Yo quiero un libro que llegue a todos,
a propios y extraño,
a jóvenes y ancianos,
a mujeres y niños.
Yo quiero un libro que no solo llegue,
sino que lo puedan hojear
Tocar, oler, paladear
En cada frase,
en cada punto y seguido.
Yo quiero un libro de muchos colores,
de letras grandes y letras chiquitas,
rojas y amarillitas.
Yo quiero un libro que este en todas partes,
que esté al alcance de una mano,
de tres manos, de muchas manos.
Yo quiero un libro que viaje en el tiempo,
en el mío y en el tuyo también,
de una isla a otra
de un bohío a una churuata.
Yo quiero un libro en cada cardón de La Guajira,
en los llanos y en las altas montañas,
donde jueguen en sus hojas los colibríes.
Yo quiero un libro que sea mío,
pero también tuyo,
y de mucha gente.
Yo quiero un libro donde yo te lea
donde tu me leas, aquí, allá y mas allá
que cruce fronteras en manos aladas.
Yo quiero un libro donde aparezca una mujer
con su hijo y diga mi mamá,
o la mamá de Alanis
y no una mamá sin saber de quien.
Yo quiero un libro donde sepa de mis abuelos,
y mis nietos sepan de mí
mañana.
Yo quiero un libro que siempre me espere,
que me anhele como yo a el,
para acariciarlo con mis ojos y manos.
Yo quiero un libro donde pueda conocerte
y tú a mí
me conozcas.
Yo quiero un libro para mis soledades,
mis tristezas y mis alegrías,
para mis cantos y mis silencios.
Yo quiero un libro para muchos niños,
que vuelen como mariposas.
Yo quiero un libro porque nunca tuve uno,
porque yo cantaba
y a veces contaba.
Yo quiero un libro de trapo,
de hojas de maíz, de majagua
de lana o cartón viejo.
Yo quiero un libro que cuente mi vida
y hable por mí,
cuando ya no lo acompañe.
Yo quiero un libro como esté
y no otro.
Yo quiero un libro que pueda hacer hablar
como diría mi madre
Pashajeera tamüin karaloutaka
Yo quiero un libro que hable por mi,
que diga lo que yo pienso,
lo que yo sueño,
lo que yo canto,
lo que yo pinto.
Yo quiero un libro que llegue a todos,
a propios y extraño,
a jóvenes y ancianos,
a mujeres y niños.
Yo quiero un libro que no solo llegue,
sino que lo puedan hojear
Tocar, oler, paladear
En cada frase,
en cada punto y seguido.
Yo quiero un libro de muchos colores,
de letras grandes y letras chiquitas,
rojas y amarillitas.
Yo quiero un libro que este en todas partes,
que esté al alcance de una mano,
de tres manos, de muchas manos.
Yo quiero un libro que viaje en el tiempo,
en el mío y en el tuyo también,
de una isla a otra
de un bohío a una churuata.
Yo quiero un libro en cada cardón de La Guajira,
en los llanos y en las altas montañas,
donde jueguen en sus hojas los colibríes.
Yo quiero un libro que sea mío,
pero también tuyo,
y de mucha gente.
Yo quiero un libro donde yo te lea
donde tu me leas, aquí, allá y mas allá
que cruce fronteras en manos aladas.
Yo quiero un libro donde aparezca una mujer
con su hijo y diga mi mamá,
o la mamá de Alanis
y no una mamá sin saber de quien.
Yo quiero un libro donde sepa de mis abuelos,
y mis nietos sepan de mí
mañana.
Yo quiero un libro que siempre me espere,
que me anhele como yo a el,
para acariciarlo con mis ojos y manos.
Yo quiero un libro donde pueda conocerte
y tú a mí
me conozcas.
Yo quiero un libro para mis soledades,
mis tristezas y mis alegrías,
para mis cantos y mis silencios.
Yo quiero un libro para muchos niños,
que vuelen como mariposas.
Yo quiero un libro porque nunca tuve uno,
porque yo cantaba
y a veces contaba.
Yo quiero un libro de trapo,
de hojas de maíz, de majagua
de lana o cartón viejo.
Yo quiero un libro que cuente mi vida
y hable por mí,
cuando ya no lo acompañe.
Yo quiero un libro como esté
y no otro.
Yo quiero un libro que pueda hacer hablar
como diría mi madre
Pashajeera tamüin karaloutaka
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